Té para tenerte.
¿Y si te pido que no te enamores?

Probablemente sea mucho el atrevimiento, pero vivimos en un mundo de osados, de enamorados, de tiempo desperdiciado, tiempo invertido, no siempre divertido. Tiempo de cosechar lo sembrado con agrado, sin agravios a los que aman el día en que nos conocimos y nosotros, sin pensarlo ni planearlo, nos fuimos y regresamos, nos vimos, nos ignoramos, nos apenamos y el tiempo que no se cansa de andar. Tiempo record! Mal tiempo para decirlo.

¿Y qué le hacemos si no dominamos el tema? Cuando no tenemos lema en este mundo que para muchos es una historia llena de histerias, de conflictos, de lucha y miserias. Historia de alegrias y superaciones, con sus satisfacciones y en ocasiones, de soles y soledades, amigos y familiares, todos con novedades, con fiestas siniestras, bodas, funerales, bautizos. Nueva sangre! Nuevos brios!

El día de hoy estoy ansioso, no emocionado, mas bien confundido. Lleno de ideas y dudas que vuelan y acosan, que entran y salen, critican, suponen, y vago en proposiciones tan absurdas e inocentes. Miro atrás y me siento tranquilo, al frente...

Un libro, un poema, un par de velas, una caja de cigarrillos, la casa vacía y una jarra de té. Té para el insomnio, té de hierbas, té de doce flores. Té para tener algo que decir, té para dejar aflorar que oculta el sentir, para aflojar las ideas y despejar las dudas. Té para llorar contigo, té para ruborizarnos y consumirnos en un abrazo de hoy que no existe.

La casa vacía para no olvidarme. Para cuidarme y recordar de donde vengo. Para no perderme en mi alucine de tener té para toda la vida. La casa vacía para por fin distinguir entre soledades, para valorar mi propia compañía y cerrar los ojos, encontrarme contigo y guardar silencio.

Guardar silencio para escuchar el viento (¿Aun lo escuchas?), para no decir nada, para sobre llevar este nudo que me aprieta tanto, y tu lugar que se empolva con el tiempo. Guardar silencio para sentir el ritmo que no tengo en tu ausencia, en esta casa vacía, con este paquete de cigarrillos y esta jarra de té.

El par de velas para imaginarme contigo en esta noche insulsa de versos y autores, para ver mi sombra duplicada y fingir que aquella es la tuya que conversa conmigo. El par de velas para encender lo anaranjado del cigarrillo y ahogarme con algo que no sea tu recuerdo ni un sorbo de té. El par de velas para querer chillar de vez en vez cuando las veo envejecer, en lugares diferentes pero al mismo tiempo, como el par de velas contemporaneas que son, como el par de velas que dieron calor a una docena de cigarrillos indiferentes al té, a la casa vacía, al mismo par de velas que hace temblar las mismas sombras que pretenden ser nosotros y no lo son...
Aunque pudieran ser.
Mauro_Gut
Abril 99


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