Capítulo segundo
Mauro Gut perdió rápidamente la noción del tiempo y el sentido de la orientación. Al mirar por la ventana, la obscuridad abarcaba todos los puntos del horizonte. Íban en una carretera recta y muy solitaria.
Mauro miró con desconfianza a su copa de champaña; algo estaba mal, pero no podía asegurar que fuera la copa.
Claudia lo analizó:
- "Algo parece preocuparte..."
- "¿A dónde vamos?" - Dijo Mauro un tanto cortante.
- "Definitivamente al lugar equivocado." - dijo después de analizar el camino que transitaban.
De un golpe, Claudia arrancó de sus pies los zapatos de tacón. Sosteniéndolos en una mano, y de un salto, llegó a la ventanilla que separa la sección de pasajeros con la del conductor. Empezó a golpear con los tacones el vidrio polarizado, mientras demandaba: "¡Abre esta cosa! ¿A dónde crees que vas?" No hubo respuesta. Mauro sintió una fuerte dosis de adrenalina circular por sus venas. Acercó su mano al tobillo, de donde sacó una pequeña pistola de un tiro y tras demandarle a Claudia que se hiciera a un lado, arremetió el balazo contra el vidrio polarizado.
La botella de champaña cayó al suelo cuando Claudia tomó bruscamente la hielera metálica donde descansaba; con la que terminó de remover los pedazos de cristal que quedaban alrededor del orificio que causó la bala; sólo para descubrir que en la cabina del conductor no había nadie.
Mauro se puso al frente del volante en un santiamén. Con un movimiento impresionante de manos y pies, la limusina se detuvo en medio de la nada.
Segundos después de reconocer el silencio absoluto que los rodeaba, Mauro y Claudia bajaron del auto tratando de ubicar en dónde se encontraban. Parecía ser el desierto, pero más árido y sin una luz. La carretera se extendía en ambos sentidos en una interminable recta. Un segundo vistazo les permitió notar que el desierto no tenía vegetación, ni dunas, ni siquiera el más mínimo relieve.
- "¿Qué hacemos?"
- "¿Tirar una moneda al aire?"
- "¿Si cae águila? ¿Para adelante o para atrás?"
- "Era broma."
Permanecieron algo de tiempo inmóviles, al mismo paso que el tiempo; al igual que el tiempo, brazo a brazo ... inmóviles.
Mauro tomó las llaves de la limusina y abrió la cajuela. Había un par de automáticas y algunos cartuchos. "Suficiente" pensó. Apenas hubo movido las armas y cartuchos al frente, se alcanzó a ver una luz a lo lejos; hacia el frente.
- "Vámonos" - dijo Mauro
Claudia subió al asiento del copiloto y revisó el cartucho del arma que le correspondía. Mauro con su inigualable habilidad hizo girar esa gran mole y arrancó a la mayor velocidad posible.
- "¡No es posible!" Gritó Mauro enfurecido al ver que a 220 Km/h las luces que los seguían, parecían acercarse a una velocidad mucho mayor. Mauro incrementó su velocidad aunque eso implicara demasiada vibración debido al pésimo estado del pavimento.
Justo cuando Mauro pensaba que el panorama no cambiaba en lo más mínimo, alcanzó a distinguir muy a lo lejos y a la derecha del camino una luz a lo lejos. Lo que parecía ser una camioneta que los perseguía, los seguía constantemente, aparentemente sin variar la distancia.
Sin chistar un instante, viró a diestra por la terracería, dejando atrás una inmensa nube de polvo. Claudia pudo predecir el movimiento a tiempo y se aferró a la agarradera de la puerta. Conforme se acercaba a la luz que antes se veía a lo lejos, se hizo reconocible una construcción de la cual emanaba luz.
Se detuvo en aquella construcción y tanto él como Claudia, bajaron del auto tomando sólo aquellos cartuchos que sus manos podían manejar. Entraron violentamente a la pequeña construcción y cerraron con candado la puerta de lo que resultó ser una casa abandonada.
- "¿Estás segura?"
- "Si, completamente. No hay nadie, no hay puertas secretas. De hecho no hay ninguna puerta además de ésta; y en los cuartos no hay ventanas."
- "Es muy raro. ¿Quién encendió la luz?"
- "Ni idea."
- "¿Porqué nos habrán puesto armas y munición en la limusina?"
- "Nadie nos puso nada. yo las puse ahí."
- "¿Porqué? ¿Para qué?"
- "Eso lo íbamos a averiguar después.. Íbamos a ir a tu casa de campo, y de ahí al club."
- "¡Mierda!"
Capítulo tercero
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